lunes, 16 de febrero de 2015

Arte reciclado: la basura convertida en belleza



Quienes seguís este blog sabéis que soy una apasionada del do it yourself y de otorgar una nueva vida a objetos que de entrada podríamos considerar ya inservibles para hacerlos bellos. Pues bien, hoy os quiero hablar de algo que me apasiona y que combina ambos elementos: el arte reciclado o, dicho de otro modo, la reconversión que algunos artistas realizan empleando elemento desechados para crear piezas con valor cultural, dignas de ser exhibidas en museos y galerías. Hoy quiero presentaros a algunos de ellos:

Uno de los más interesantes desde mi punto de vista es el neoyorquino Justin Gignac, que quiso probar hasta que punto nuestra sociedad esta tan marcada por las apariencias que cualquier cosa vendida en un envase bonito podría venderse. Para probarlo, desde 2001 guarda basura de las calles de Nueva York en bonitos packaging de diversas formas y tamaños. La idea le ha funcionado perfectamente, pues su proyecto “New York Garbage” ha llegado a diversos países del mundo. 



Hay artistas especializados en un tipo concreto de deshechos: el suizo Jins Kunst y la artista plástica Virginia Buitron trabajan, cada uno con su propia técnica, empleando uno de los que mas afea y contamina costas y ciudades: las colillas de tabaco. El retrato que Kunst hizo del célebre cantante Serge Gainsbourg con veinte mil colillas es impactante a la hora de mostrar esa capacidad reutilizadora del arte. Virginia, por su parte, insiste sobre todo en la parte critica de su arte, y muestra como contaminan costas y espacios públicos, para buscar una reacción por parte del público.

Pegada completamente a los residuos de la era de la tecnología está la obra de Sean Avery, que usa como materias primas CDs y otros residuos electrónicos para crear halcones, ratas y hasta pulpos con texturas muy realistas. 

Aurora Robson, por su parte, trabaja usando como material de base las botellas de plástico, que contaminan durante siglos nuestros vertederos y océanos. A partir de esos materiales tan dañinos para el medio ambiente crea esculturas orgánicas e instalaciones que, paradójicamente, hacen alusión a la vida marina y su riqueza.

La obra de David Edgares “Plastiquarium” emplea asimismo botellas de plástico, y también de detergente, para crear coloridos peces y medusas, a menudo simplemente con un par de tijeras, para demostrar que con una buena idea y economía de medios es posible convertir esas viejas y aparentemente feas piezas en arte. 

Kathrine Harvey también emplea botellas vacías en sus obras, y las combina con envases de leche y artículos baratos de un solo uso, como bandejas de plástico. Sus obras imitan la disposición de esos propios residuos según el ser humano los va acumulando. 

También me llama mucho la atención la propuesta de Sumer Erek, que en 2008 construyo una casa completamente de periódicos usados, articulando un discurso en el que las palabras y las imágenes de esos viejos diarios también forman parte del espacio habitado, que albergaría las identidades y vivencias de los protagonistas de todas esas historias de papel. 



Quiero terminar este recorrido por el arte reciclado mostrándoos que hay incluso grupos artísticos completamente dedicados a esta técnica, como el Cracking Art Group. Sus miembros colaboran mano a mano para crear grandes instalaciones de plástico reciclado que ubican en lugares públicos, representando animales en curiosas posiciones y llamativos colores para interpelar directamente a los transeúntes sobre la necesidad de reducir nuestros niveles de consumo y apostar por el reciclaje y la reutilización antes que por los productos de un solo uso y automáticamente desechados. Desde mi punto de vista este uso del arte como elemento de transformación y critica a nuestra sociedad es absolutamente fascinante.

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